TRAUMATIZADA
Mi nombre es Mark y cuando me enteré de lo que le pasó a mi
novia Lucía, no me lo creí. Quería retroceder en el tiempo y evitarlo pero eso
es imposible. Mejor os lo cuento desde el principio. Llevo saliendo un año y
medio con Lucía y habíamos quedado en el cine a las 6 para ir a ver una
película pero pasó media hora y ella no llegaba y no me cogía el móvil por lo
que empecé a preocuparme si ella en el último momento no podía me llamaba, si
iba a llegar tarde también me llamaba, además habíamos hablado cuando ella
salió de casa diciéndome que valla comprando las entradas por que no tardaría
en llegar ya que estaba llegando a la parada del autobús. Por eso mismo me
dirigí hacia su casa pasando por la parada del autobús buscándola. Cuando
estaba llegando a la parada del autobús y vi una ambulancia y un coche policía
me imaginé lo peor, pero sobre todo al ver una gran mancha de sangre en el
suelo. Entonces pensé que una parte de mí se había ido con ella. Pero entonces
vi a alguien sentado en una farola no podía verle del todo por que estaba lejos
no podía ver si era chico o chica, la edad, nada sólo que esa persona estaba
sentada en el suelo apoyada en una farola hablando con un policía. Lo único en
lo que podía pensar era que podía no estar muerta, que toda esa sangre podía no
ser suya. La alegría me inundó cuando vi que la persona que hablaba con la
policía era Lucía. Me arrodillé y la abracé.
-Disculpe, ¿Conoce, usted a esta señorita?-le dije al
policía que era su novio y le pregunté que había ocurrido.
-Recibimos hace un rato una llamada informando de que un
autobús había atropellado a un niño de dos años, cuando llegamos el niño estaba
muerto. La mayoría de las personas se fueron cuando vieron al niño sólo tu
novia sigue aquí, creo que deberías llevarla a su casa. Y creo que deberías
decirle a sus padres de hablar con un psicólogo, creo que esta traumatizada y no me extraña. Ver como matan
a un niño de dos años no es nada agradable y menos cuando la madre también
muere intentando salvar a su hijo.
-¿También ha muerto la madre?
-Desgraciadamente sí. Y como quedó todo después no es nada
agradable de ver, ni si quiera para un policía.
Por eso ahora me encuentro en el portal de la casa de sus
abuelos, por que tiene un trauma psicológico y no es la misma de antes, ni
quiera habla, excepto conmigo. Ya veis tengo que ir todos los días, desde la
mañana hasta la noche a casa de sus abuelos para cuidarla. El psicólogo les
dijo a sus padres que lo mejor sería que se quedara lejos de su casa ya que su
calle era la misma que la del accidente, y como sólo hablaba conmigo sus
abuelos me dieron un par de llaves por si ellos no podían abrir.
-Hola, Lucía ¿Qué tal te encuentras?
-Bien
-¿Tienes hambre?
-No-y así han sido la mayoría de nuestras conversaciones
desde hace tres semanas.
Pero hoy sería distinto, hoy era Navidad y mis padres venían
conmigo a celebrarlo a casa de los abuelos de Lucía pero yo sabía que no sería
un día muy alegre.
Cuando entramos la mesa estaba puesta y ya estaban todos en
la casa.
-Hola
-Hola Mark, estos deben ser tus padres ¿Por qué no vas y
traes a Lucía?-me agradaba mucho su abuela era como una fuente de alegría, le
encantaba ver a sus nietos y yo ya era como otro nieto para ella.
Les deje en la entrada mientras iba al salón. Ahí me
encontré con una niña pequeña y un chico que tendría poco más que yo.
-Hola, tú debes ser el novio de Lucía, yo soy Cole su primo
y esta es Cristina-dijo señalando a la niña pequeña, y esta se escondió detrás
de su hermano mayor.
-¿Tú eres el amigo que ayuda a Lucy?-Cole y yo nos miramos
aguantando la risa, amigos fuimos, sí pero… los amigo no hacen lo que hacemos
nosotros.
-Eeeeh…sí ¿Sabes tú dónde está?
-Está ahí-la pequeña señaló una esquina pero no salió de su
escondite.
Me dirigí hacia Lucía estaba sentada en un sofá, en una
esquina, dónde no se veía desde la puerta.
-Hola, Lucía. Vamos a comer.
-No tengo hambre-siempre decía lo mismo, pero yo le cogí la
mano y tiré de ella.
-Venga que es Navidad-le rodeé los hombros con un brazo y le
di un beso en el pelo. Mientras comíamos mis padres y su familia estaban
hablando y yo conseguía (no sin mucho esfuerzo) que comiera. Entonces Cristina
se acercó a la ventana.
-¡Está nevando!-y entonces se me encendió la bombilla. A
Lucía le encantaba la nieve y una vez me dijo que le encantaría ver su pueblo
todo blanco.
-Luis, ¿puedo hablar contigo un segundo en privado?-Luis era
el tío de Lucía y el que siempre le llevaba a su pueblo.
-¿Pasa algo?-habíamos salido al pasillo quería preguntarle
primero a él que le parecía mi idea.
-El psicólogo dijo que para sacar a Lucía de su traumatismo
psicológico ayudaría mucho algo que la alegrara mucho ¿no?
-Sí, ¿Qué tienes en mente?-dijo sonriendo. Él y los padres
de Lucía ya sabían que yo tengo muy buenas ideas.
-¿Qué te parece si llevamos a Lucía al pueblo? Ahora estará
todo nevado, siempre a querido verlo lleno de nieve.
-Esa es una gran idea, pero tiene que ser una sorpresa
cuando termine de comer sácala del comedor, yo daré la noticia a los demás.
Esta misma noche la llevamos, le gustará más con todas esas estrellas en el
cielo.
Y eso hicimos a todos les pareció bien mi idea, por lo que
me encuentro en el coche de Luis, con Lucía mirando por la ventana a mi lado.
-¿A dónde vamos?
-Es una sorpresa.-no volvió a hablar hasta que estuvimos en
uno de los pueblos cercanos al suyo.
-Cierra los ojos-le susurré en el oído, estábamos
acercándonos por lo que se veían otros pueblos blancos, pero yo quería que lo
viera todo desde la plaza de su pueblo. Estuvo todo el camino con los ojos
cerrados, si hubiera sido la de antes me habría preguntado todo el rato que era
lo que me proponía con una sonrisa y eso me dolió, la quería tanto, quería que
volviera a ser la de siempre.
Cuando llegamos a la plaza la bajé del coche, todavía con
los ojos cerrados, Luis pensaría que lo mejor nos dejaba solos por lo que dijo
que se iba a la casa a por unas cosas. Estaba nevando y en el centro de la
plaza estaba el viejo árbol, Lucía me hablaba mucho sobre ese árbol, sobre los
buenos recuerdos que le daban, ahora estaba decorado con luces y la única luz
de la pueblo era esta, por lo que se veían muchas estrellas en el cielo. Todo
era precioso. Le dije que podía abrir los ojos y la expresión que mostró su
rostro fue el mejor regalo que pudieran haberme dado. Entonces empezó a reír y
llorar de alegría como hacía mucho que no hacía.
-Te quiero.
-Yo también te quiero.
Y me dije que nunca olvidaría este momento, en el que volvió
a ser la chica de la que me había enamorado hace tanto tiempo.